La envidia o celos entre hermanos es una reacción de lo más normal. Algunos estudios señalan que el 65% de los hermanos mayores sienten celos de sus hermanos pequeños. El hermano mayor se da cuenta de las diferencias normales entre los cuidados que se ofrecen a uno y otro, y habitualmente interpretan esta diferencia de forma negativa.
Lo niños pueden expresar sus celos de diversas formas: regresión, oposición o agresión.
Regresión: vuelven a hacerse pipí encima, piden que se le acune, dejan de comer...
Oposición: ponen a prueba las normas y límites existentes. Ponen a prueba a sus padres.
Agresión: empujan a otros niños, abrazan a su hermanos bruscamente, insultan, molestan bajo pretexto de juego...
La mayor parte de los padres, para evitar los celos entre hermanos, intentamos aplicar lo que se llama "principio de justicia distributiva": calculamos, medimos, hacemos la cuenta del gasto que hacemos para uno y otro, o del tiempo dedicado a uno y a otro. Intentamos no adoptar una actitud de favoritismo hacia ninguno de nuestros hijos. Algunos incluso aumentamos el afecto que mostramos hacia el mayor para no sentirnos culpables de haberles impuesto un hermano que le hace sentir frustrado.
¡No es justo! Nos dirán a menudo. Y efectivamente, no, no lo es. Debemos de aceptar que la desigualdad existe, ya que cada miembro de la familia es un ser único que requiere de necesidades diferentes y específicas.
"La prevención de los celos no pasa jamás por la igualdad a cualquier precio, sino por la individualización y la aceptación de las diferencias" (Nemer-Pier, 2003).
Algunas pautas para reducir la rivalidad entre hermanos:
- Ponderad la fuerza, las habilidades, las características diferentes. El niño tiene la necesidad de ser reconocido por lo que es. El momento de acostarse es propicio para este tipo de confidencias.
- Ofreced un sitio a cada uno para dormir, para guardar sus cosas o para aislarse. Que cada uno tenga su rincón, su manta, sus colores preferidos, por ejemplo.
- Celebrad fiestas para ellos en diferentes momentos. No es conveniente comprar un regalo de consolación al que no celebra su cumpleaños, pues ese día es para el que lo celebra.
- Favoreced las amistades respectivas. Cada niño tiene su grupo de amigos y no es obligatorio incluir en él a su hermano o su hermana.
- Antes de dar los juguetes del mayor al más pequeño, pedidle autorización.
- Poned en marcha un horario adaptado a la edad de cada uno, aunque entre los dos niños no haya más que un año de diferencia. El mayor debe poder beneficiarse de los privilegios inherentes a su derecho de ser mayor. Por ejemplo, acostarse más tarde.
- Compartid momentos de intimidad con cada uno de los niños. estos momentos personalizados los tranquilizarán en cuanto al lugar privilegiado que ocupan dentro de vuestro corazón. Por ejemplo, id a buscar primero al mayor al colegio, después al pequeño a la guardería, y alternad.
- Evitad las comparaciones.
- Acompañad a los niños en actividades diferentes. El pequeño podrá elegir una actividad para hacer con papá después de los deberes del mayor.
- Reconoced las necesidades específicas de los niños y evitad así sentiros culpables cuando uno de ellos os reproche que os ocupáis demasiado del otro. "En este momento es Alicia quien me necesita" Confiad en vuestra sensibilidad y vuestro juicio.
- Negaos a responder a la pregunta "A quien prefieres". Cualquiera que sea la respuesta, siempre haréis daño a uno de los niños.
- Evitad cargar al mayor con la responsabilidad de niño modelo. Si se le exige "dar ejemplo" el mayor puede desarrollar resentimiento hacia el pequeño. Además esto perjudicaría el desarrollo de autonomía del pequeño.
Es verdad que los conflictos entre hermanos perturban muy a menudo la armonía familiar, pero la relación entre hermanos representa también un medio prodigioso de mutuas satisfacciones y un mundo donde hay que familiarizarse con la decepción. Habrá hermanos que cuando se hagan mayores, superarán esas desilusiones de niños y se harán aliados, apoyándose el uno al otro en el transcurso de los acontecimientos de la vida. Entonces podrán decirse: " Qué feliz soy de que estés ahí para mi"
Bourcier S(2012) La agresividad en niños de 0 a 6 años. Ed. Narcea. Madrid.
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Pilar Galiano
Neuropsicóloga
Psicóloga General Sanitaria
Neuropsicóloga
Psicóloga General Sanitaria
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