La
ayuda de los padres en el desarrollo del lenguaje del niño/a
es tan importante que no puede sustituirse con nada, ni siquiera con el mejor
juguete que nos podamos encontrar. En esta ayuda, la atención y estimulación
del lenguaje del niño/a ocupa un lugar muy especial, ya que si no están
presentes, su lenguaje no podrá desarrollarse de la forma adecuada y podrían
producirse problemas en su adquisición.
Es cierto que el niño/a puede entretenerse él solo con un estímulo del entorno, pero para hablar
necesita un interlocutor que lo escuche y hable con él. Y aquí es donde pueden
intervenir los padres y ayudar a sus hijos a desarrollar el lenguaje; es
durante la interacción conjunta donde más logros se producirán.
Mientras jugamos con
ellos, es muy importante que el niño
tome la iniciativa. Para ello hay que saber observar, aguardar o dar tiempo
para que el niño se exprese, ya sea a través de sonidos, de gestos, con la
mirada... De este modo nos estaremos informando de sus preferencias, y
tendremos más oportunidades de sacar más lenguaje que si le intentamos imponer
algo nosotros que no le llame la atención.
Es muy importante colocarse al mismo nivel que el niño/a,
buscando y ayudándole a mantener el contacto visual, demostrando que le
escuchamos mirándole cara a cara siempre que intente comunicarnos algo.
Mantener
una cara y una voz muy expresivas son muy atractivas para el niño/a,
así como una adecuada melodía de voz mientras interactuamos con nuestro hijo.
Sin la cooperación y
ayuda de los padres no se puede pensar en una correcta y adecuada evolución del
lenguaje. En realidad, no se trata tanto
de tiempo sino de actitud.
Es importante saber que
si se tiene una relación madre/padre-hijo en la que prime el afecto, la serenidad y una buena
estimulación verbal adecuada, el desarrollo será el adecuado. Al hablarle
cuando le damos de comer o cuando le damos un baño, estamos preparándole para que
se comunique de forma oral y observará que las acciones que desempeñan sus
cuidadores o él mismo tienen una traducción verbal.
Lo más importante
cuando estemos hablando con nuestro hijo/a es que debemos adaptar nuestro
lenguaje al niño, y no al contrario.
De forma natural,
debemos estimular al niño nombrando las cosas y las actividades que realizamos
conjuntamente: "toma el chupete", "nos ponemos los
calcetines"... Así, el niño irá aprendiendo que a cada objeto se le asigna
un nombre determinado.
Es conveniente hablar más despacio de lo habitual,
pero sin romper nuestra entonación, acento o tono. Además, debemos pronunciar
claramente las palabras, exagerando ligeramente la pronunciación de los
sonidos.
Por otro lado, debemos
usar frases sencillas adaptadas al nivel de producción y comprensión del niño;
nunca se debe usar un lenguaje excesivamente infantilizado o distorsionado: el
pi-pi (pájaro), el te-te (chupete), el bi-bi (biberón).
Muchas veces olvidamos,
cuando apreciamos que se retrasa en la adquisición de sonidos y vocabulario,
que los niños comprenden antes de expresarse. Por ello, se dan muchas
situaciones en las que exigimos al niño que pronuncie correctamente una
palabra: "di coche", "repite conmigo: coche", "otra
vez más"... Por ello, es muy
importante hablar con el niño pero sin exigencias ni presiones para que lo
haga.
Lo que podemos hacer es
recalcar las palabras o tipos de frases que queremos que el niño aprenda a
decir mejor, repitiéndoselas a menudo de un modo natural y de varias formas
distintas, pero con el mismo mensaje ("mira el coche", "aquí
está el coche", "¡como corre
el coche!"...).
Pero lo más importante,
es hablar a menudo al niño/a en todas aquellas situaciones en las que estamos
haciendo o mirando cosas juntos: en la comida, mientras damos un paseo,
jugando, durante el baño, viendo un cuento...
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FÁTIMA LÓPEZ RUS
LOGOPEDA