Una dieta rica
en variedad de texturas y sabores es necesaria
para garantizar una alimentación equilibrada y para contribuir al correcto
desarrollo de la musculatura oral y facial que más tarde influirá en el
desarrollo del lenguaje.
Esto
se debe a que los músculos que usamos
para comer son los mismos que empleamos para hablar y por ello es
esencial tener una musculatura orofacial con el tono muscular adecuado y
la coordinación precisa para poder articular de manera secuencial lo que
deseamos comunicar.
Los
músculos se van tonificando de acuerdo al tipo de alimentos que ingerimos
(líquidos, semilíquidos, semisólidos y sólidos). Por esto, es importante no
estancarse en texturas que no estimulen la tonicidad. En ocasiones, algunos
niños tienden a hablar poco o presentan retardo en el desarrollo del lenguaje
debido a que a medida que se comunican, su habla se vuelve poco inteligible y
manifiestan fatiga o cansancio al hacerlo a causa de la pobre estimulación y
tonicidad de los músculos implicados.
Este fortalecimiento de
la lengua, los labios, la mandíbula… ayudan a controlar el babeo, aumento del
tono muscular, evitan la respiración bucal, las degluciones inmaduras y las
dislalias.
¿Cuándo se puede empezar a introducir alimentos sólidos?
A partir de los 6 meses puede ser
una edad aproximada para empezar a introducir semisólidos y sólidos en
pequeñas cantidades. Sin embargo, siempre es importante que el pediatra que
observe a nuestros hijos/as nos sirva de guía en función de las necesidades que
presente cada niño/a. Además, para saber si nuestros hijos/as están preparados
podemos observar si:
- Pueden mantener la cabeza
levantada: Observar si es capaz de sentarse, manteniendo un buen control de la
cabeza.
- Abren la boca cuando se le acerca
el alimento: Cuando miran al padre o a la madre comer, parecen ansiosos y
tratan de alcanzar la comida que están tomando.
- Pueden traer la comida de la cuchara a su boca.
Es importante remarcar que para la introducción de alimentos sólidos en la dieta de los niños/as, es recomendable utilizar vegetales cocidos y frutas fáciles de masticar (plátano, aguacate, zanahoria cocida, patata cocida...) como primera opción.
Los cambios de tamaño y de forma de
las estructuras del aparato fonador repercuten en las funciones primarias
(respiración, succión, mordida, masticación, deglución) y secundarias
(articulación, fonación); el patrón de movimiento cambiante de los músculos
faciales y la lengua influyen en la forma de la cavidad bucal, así como en la
posición de los dientes y la mandíbula.
El buen funcionamiento de cada una de las funciones implicadas en la masticación y la alimentación, dará paso a un desarrollo favorable en las funciones del habla y la comunicación.
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Fátima López Rus
LOGOPEDA
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