Leer es la capacidad que tenemos los seres humanos para
descodificar un código, la escritura.
A diferencia del lenguaje oral, en el que nuestro cerebro nace
programado para que en un ambiente normal se desarrolle, en el lenguaje escrito
no ocurre lo mismo; ya que se necesita de un aprendizaje formal y sistematizado
de varios años.
La lectura se basa en una actividad instrumental básica que
nos permite adquirir nuevos conocimientos y destrezas, además de permitirnos
otra vía para relacionarnos con nuestro entorno.
Sin embargo, cuando nuestros hijos e hijas están comenzando
el aprendizaje de la lectura debemos estar muy atentos por si percibimos
ciertas dificultades que puedan ser alarmantes.
Algunas de las dificultades en la lectura pueden
manifestarse de distintas formas:
- Dificultad en la asociación grafema-fonema (letra-sonido).
- Dificultad en la comprensión lectora.
- Lentitud lectora.
- Omisión de letras o sílabas.
- Sustitución de unas letras por otras (p-q, d-b...).
- Inversión del orden de las letras o sílabas, entre otras.
En este caso, se podría hablar de dislexia, la cual se puede
definir como una dificultad en la adquisición de la lectura caracterizada por
problemas para el reconocimiento preciso o fluido de palabras escritas, sin que
exista un bajo CI (Coeficiente Intelectual), déficit sensorial, pobre
escolaridad, daño neurológico…
La dislexia a su vez se puede clasificar en:
- Dislexia fonológica: donde existe una dificultad para poner sonidos a las distintas letras que se encuentran escritas. En este caso, tendrán más facilidad para leer palabras conocidas, pero tendrán más dificultades para leer palabras desconocidas o pseudopalabras.
- Dislexia superficial: en este tipo, podemos observar cómo pueden leer con facilidad palabras regulares (sean conocidas o no) y pseudopalabras; sin embargo, presentarán dificultades para leer palabras irregulares y dificultades para comprender homófonos (vaca-baca), ya que les asignarán el mismo significado para ambas palabras, en este caso un animal.
- Dislexia profunda: aquí podemos encontrar errores de los dos tipos de dislexia expuesto anteriormente. Algunos errores que pueden cometer más característicos son: dar una respuesta que no guarda relación con la forma visual ni fonológica, pero sí semántica; es decir, si le ponen de forma escrita “tenedor” dicen “comer”.
¡OJO! El diagnóstico de dislexia no se obtiene antes de los 7-8 años de edad, puesto que a los 6 años aún están aprendiendo a leer y es necesario observar si se trata de algo evolutivo. En el caso de tener una preocupación por parte de los padres o de los maestros antes de los 7 años, se pueden optar por unos medios preventivos.
Sin embargo, a partir de esa edad, cuanto antes se detecte y se trate la dislexia, antes podrán adquirir estrategias y solventar distintas problemáticas presentes; siendo primordial, además, una continua relación entre la familia y los distintos profesionales que trabajen con el niño/a (logopeda, psicólogo, profesores...).
Sin embargo, a partir de esa edad, cuanto antes se detecte y se trate la dislexia, antes podrán adquirir estrategias y solventar distintas problemáticas presentes; siendo primordial, además, una continua relación entre la familia y los distintos profesionales que trabajen con el niño/a (logopeda, psicólogo, profesores...).
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Fátima López Rus
Logopeda
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