El avance de las nuevas tecnologías lleva un ritmo frenético, al que debemos adaptarnos tanto adultos como niños. Es muy frecuente, salir a la calle y ver a la mayoría de las personas pegadas a sus teléfonos móviles, ya sea manteniendo una llamada telefónica, contestando a los miles de whatsapps que nos llegan a lo largo del día, visitando nuestras numerosas redes sociales o escuchando música. Este uso masivo de los teléfonos también lo hemos trasladado a nuestras casas. Los niños nacen sabiendo cómo poner un vídeo en youtube desde edades demasiado tempranas y es muy común que se les deje usar estos aparatos cuando tenemos que atender a las miles de tareas que debemos realizar en la casa.
Es en este momento en el que debemos plantearnos la siguiente pregunta ¿El uso de los móviles en los niños es tan malo como dicen? Responderemos con otra pregunta ¿Recordáis la vida sin teléfonos móviles y sin tablets? Sin duda estos aparatos nos facilitan mucho el día a día, puedes estar informado de cualquier noticia que suceda en el mundo en el mismo instante que está sucediendo o puedes conversar con un amigo que se encuentra a 300 kilómetros de ti. Sin embargo, hemos llegado a un momento de abuso de esta tecnología ya que para un niño un teléfono no es un juguete. Debemos estimular a los niños con juegos adaptados a su edad y con un uso compartido de esos momentos. Sin duda es más estimulante para un niño jugar con sus padres a cualquier juego que se nos ocurra que ver un vídeo de dibujos en el móvil.
Incluso existen varios estudios que revelan que el uso masivo del móvil y el conocimiento experto de los niños de ésta tecnología genera una brecha en la comunicación y en las relaciones con los adultos, ya que estos niños crecerán con estos hábitos de enganche y dependencia a los aparatos electrónicos.
Por ello creemos que el uso del móvil o cualquier aparato electrónico debe tener ciertas pautas o limitaciones:
1. Que lo usen con vigilancia de un adulto.
2. Ese tiempo debe ser moderado.
3. El móvil no debe ser el sustituto del juego diaria y compartido, aunque sean 10 minutos.
4. No usarse durante las comidas o los momentos en familia para fomentar la comunicación entre padres e hijos.
5. Predicar con el ejemplo, es decir, si los niños ven a sus padres usar el móvil de manera recurrente será difícil que ellos no quieran hacer lo mismo.
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ESTHER CARRASCO LLERA
Psicóloga General Sanitaria
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